El hombre ha sentido siempre miedo. Antes y ahora. La enfermedad, el desamor, la debilidad, el fracaso, lo desconocido, la soledad, la pobreza, la insatisfacción de nuestros deseos. Estos y otros muchos males hacen que nos sintamos desdichados, por eso les tememos. Buscamos liberarnos de ellos al mismo tiempo que intentamos mitigar, eliminar el sufrimiento que provocan en nosotros. Buscamos un camino, un aliado que nos auxilie. Algo que calme el miedo y la aflicción que a veces nos impide continuar avanzando por la vida. Por eso muchas personas necesitan creer. Creer que existe algo poderoso capaz de protegernos y devolvernos la fortuna y la dicha.

Desde la época prehistórica siempre se ha dado a los amuletos poderes sobrenaturales o la capacidad de conseguir aquello que se desea o quiere.
En la Edad Media se buscaban brujos o magos que realizasen estos amuletos para conseguir los fines deseados, pero con la Inquisición se produjo la persecución de las personas que podían fabricarlos y darles los citados poderes. De cualquier forma la confianza se mantuvo a pesar de las persecuciones y hoy todavía en el siglo XXI persiste.
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