EL ELEFANTE

Parvati al oír los ruidos del altercado salió del palacio y encontró a su hijo muerto, decapitado y ensangrentado por ser fiel y obediente a las órdenes que había recibido. Siva, aunque violento e irascible, poseía un corazón bueno y arrepentido por su acción mandó a un servidor que le trajese la primera cabeza que encontrase. El criado lo primero que encontró fue un elefante. Le cortó la cabeza y se la llevó al dios quien la puso de nuevo sobre los hombros de su hijo para resucitarlo. Desde entonces Ganesha dejó de ser un hermoso joven de rostro humano para convertirse en un hombre rechoncho con cabeza de elefante, cuatro brazos, larga trompa y orejas grandes.

Tal vez por este hecho de ser el guardián de la casa cuando su madre deseaba estar sola, los amuletos que se confeccionaban con su imagen y posteriormente las figurillas de elefante en su forma animal están tan estrechamente relacionados con la protección del hogar y de la familia y su uso para estos fines está ampliamente extendido. Los chinos tienen la costumbre de colocar una estatuilla de elefante en los balcones de las viviendas para protegerlas y para que el mal se aleje de las casas. Ganesha era el dios de la buena suerte que proporcionaba ayuda y aseguraba el éxito, la prosperidad y la paz. Pero sobre todo era el dios que ayudaba a eliminar los obstáculos aplastando con su trompa todo tipo de dificultades.

n la India se cree que el elefante es un animal que posee una gran inteligencia, por este motivo a Ganesha se le considera como el más inteligente de los dioses. Era invocado por los escribas y los mercaderes cuando tenían que iniciar algún negocio importante. Todavía hoy se utiliza en este sentido y son muchos los que colocan una figura de elefante en sus casas para asegurar que el dinero no se escape, para ayudar a realizar buenas inversiones y para tener suerte en los juegos de azar. Además de ser el dios de los mercaderes y comerciantes es también el dios de los escritores y literatos quienes le invocan cuando van a iniciar una novela o poema. Cuando se invoca a Ganesha, llevamos un amuleto con su figura o con la forma de un elefante estamos pidiendo la inteligencia, el talento y la sabiduría necesarias para emprender ciertas acciones en la vida con los mínimos obstáculos.

A lo largo del tiempo este dios indio con cabeza de elefante empezó a transformarse en el amuleto elefante que hoy conocemos y la forma animal del mamífero terrestre más grande que hoy existe sobre la tierra de alguna manera le robó el protagonismo a Ganesha. Aunque los hindúes de la India y los budistas siguen siendo fieles a la figura humana de este dios con cabeza de elefante y continúan utilizándolo en su forma original como pequeño amuleto que suelen llevar alrededor del cuello.

Durante la primera mitad del siglo XX el elefante de la buena suerte adquirió una gran fama en el mundo occidental. Se empezaron a fabricar pequeñas figuras de plata, jade, marfil, ónice, ébano, y otros minerales e incluso empezó a aparecer en las monedas. Sin embargo para que el amuleto diese buena suerte, la figura del elefante tenía que adoptar una postura determinada. Tenía que estar de pie, en posición de marcha y con la trompa levantada y doblada hacia atrás. Según se cuenta la trompa levantada es muy importante porque impide que la buena suerte se escape y se vaya hacia abajo desapareciendo. Cualquier otra postura nada tenía que ver con la magia que el animal otorgaba a quien lo llevase. Este amuleto además de llevarse colgando alrededor del cuello como protector personal se utiliza en forma de figurillas de mayor tamaño talladas en ébano y otros materiales que se colocan en el interior de las casas de frente a la puerta principal para mantener alejadas las catástrofes y den buena suerte a sus habitantes.