Este amuleto protector tan famoso en los países escandinavos, y que también podemos encontrar en otros lugares del mundo, surge de la mitología escandinava. Según cuentan las leyendas nórdicas, Thor era el dios temible de la tormenta, hijo primogénito de Odin, soberano de los dioses, y de Jord, la diosa de la tierra. Desde pequeño destacó por su fuerza y su tamaño y, aunque de buen corazón, era tozudo e irascible. Su ira era temible y su odio mortal, pero a pesar de su carácter siempre ayudaba a quien se lo pedía si sus intenciones eran nobles. Gobernador del trueno, el relámpago, los rayos, el buen tiempo y las cosechas, le convertían en el dios de la fertilidad para el campo. Viajaba en un carro tirado por dos cabras surcando el cielo. Su padre mandó construir para él un martillo mágico, llamado Mjolnir, que era indestructible y tenía la propiedad de volver como un boomerang después de ser lanzado, de manera que nunca se extraviaba y regresaba mágicamente a sus manos después de haber cumplido su misión. Ningún ser vivo podía sostenerlo a no ser que fuese digno. Canalizaba la habilidad de Thor de controlar los elementos de la tormenta, le permitía abrir puertas tridimensionales y de transformarse en forma humana, proporcionándole, también, el poder de volar. Thor, armado con esta poderosa arma, se convirtió en un gran guerrero. Era el dios protector que libraba una terrible guerra contra todas las fuerzas hostiles, especialmente los gigantes de hielo y nieve del Norte. Y Mjolnir, en manos de Thor, se convertía en una de las armas más poderosas y destructivas del Universo. Se le consideraba un dios protector de los humanos a quienes defendió de los ataques de Trolls y gigantes y se hizo tan popular que aparece en infinidad de nombres y lugares, y su símbolo, el martillo, era llevado como amuleto incluso en los tiempos cristianos, cuando los artesanos hacían indistintamente martillos de Thor o cruces de Cristo. Solían invocarle para pedir protección, recuperar la salud, mejorar las cosechas o alcanzar la justicia. En momentos en los que reinaba la paz, el martillo se utilizaba para solemnizar matrimonios y se convirtió en el símbolo protector de las parejas casadas.
Aunque esta figura mítica parece perderse en los anales de la historia, hoy día está presente entre nosotros. Existen dos ejemplos claros de que su nombre se utiliza en algunos idiomas sin que nos demos cuenta. Por un lado en inglés Thursday (jueves) es el "día de Thor" y por otro, teniendo en cuenta que el nombre que Thor recibía en la Alemania de la Antigüedad era Donar, comprobamos que en el alemán actual jueves se dice Donnerstag, es decir, el "día de Donar". Al martillo de Thor se le relaciona con la runa Thurisaz de la que se dice que representa a Mjolnir, el arma que protege a los hombres y a los dioses por igual. También se le relaciona con la esvástica o cruz gamada. Esta cruz fue elegida por Hitler y sus seguidores como emblema nazi porque, según se decía, representaba al martillo de Thor. Hitler, al parecer, mostró siempre un gran interés por la mitología nórdica y Thor, ese gigante de ojos azules y cabello dorado cuyo martillo mágico le otorgaba el poder supremo, debió fascinar tanto al dictador que lo eligió como modelo de su sueño de una raza superior y a Mjolnir asociado a la esvástica como emblema nazi.
El martillo de Thor se ha utilizado durante más de 10 siglos. La gente lo usaba en forma de pequeño colgante atado al cuello mediante un cordón. Hoy se sigue empleando en Escandinavia como amuleto protector fabricado en oro, plata, latón y cornalina, gozando de una gran popularidad al margen de los deseos manipuladores de ciertos grupos extremistas que quieren hacer de él únicamente el símbolo de la intolerancia y la fuerza bruta.