El Agata, la gran belleza

Es pues una gran protectora del suelo que ayuda a que la tierra sea fértil.Fue muy venerada por los antiguos quienes también la consideraban "la piedra de la ciencia". De hecho figuraba como una de las piedras preciosas del pectoral de Aarón, uno de los objetos sagrados destinados al culto que Yavé ordenó construir a Moisés para el Tabernáculo y cuya preparación se describe en el Libro de Éxodo (capítulo 28 -vestiduras sacerdotales-) contenido en la Biblia. En ocasiones recibe el nombre de "piedra de fuego" porque según se cree tiene la facultad de infundir entusiasmo al cuerpo y otorgar nuevas energías a quien la lleva. También se la denomina "piedra del trotamundos" porque es capaz de impulsar los cambios.


La ágata es un mineral de una belleza extrema. Belleza física y belleza espiritual que protege y da valor. Protege contra los peligros, contra la cobardía, la discordia, el insomnio, el mal de ojo, y las deficiencias del metabolismo. Otorga valor y coraje alejando, por tanto, el miedo y generando confianza y autoestima. Asegura la victoria sobre los enemigos, da energía, favorece a los deportistas, propicia los sueños agradables, combate la esterilidad, infunde alegría y ayuda a que se produzcan cambios. La versatilidad del ágata es elevada, como el atractivo encerrado en cada una de sus capas, en cada uno de sus múltiples colores, en cada uno de sus rincones energéticos y poderosos.