Por si quedan dudas damos opiniones de expertos de la (AAAAS):
"No es una cuestión de si sucederá - explica Jane Lubchenco, responsable de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos- sino de cuándo sucederá y de cómo de fuerte será. La última vez que tuvimos un máximo en en el ciclo solar, hace cerca de diez años, el mundo era un lugar muy diferente. Hoy los teléfonos móviles están por todas partes. Es cierto que antes también los había, pero no dependíamos de ellos para tantas cosas diferentes".
Para esta experta, "muchas de las cosas que damos por sentadas y garantizadas dependen hoy mucho más de la meteorología espacial que durante el último máximo solar". A pesar del riesgo, los expertos admiten que, en la actualidad, muy poco podemos hacer para predecir una tormenta solar potencialmente peligrosa. Lo que sí deberíamos hacer es "blindar" de alguna forma las redes y centrales eléctricas, haciendo algo que nos permita, en caso de alarma, apagarlas rápidamente en las zonas más sensibles hasta que pase el peligro.
«El problema es la dependencia sobre el GPS»
"Por favor, que no cunda el pánico - dijo por su parte Stephan Lechner, director del Centro Conjunto de Investigación de la Comisión Europea - Sobreactuar sólo serviría para empeorar la situación". Para este experto, la raíz de la vulnerabilidad del mundo moderno radica en su dependencia de los sistemas de posicionamiento global, o GPS, sin los que ya no sería posible la navegación marítima y aérea, ni la sincronización de las redes informáticas y los equipos electrónicos.
"El GPS nos ha ayudado -aseguró Lechner el sábado- pero también nos creó una nueva dependencia" que se extiende desde el sector aeroespacial a la producción digital de radio y TV, a los servicios financieros y a las agencias gubernamentales. Sólo en Europa, afirmó, existen 200 operadores de telecomunicaciones y "ninguno de ellos está estandarizado".
Imposible de prevenir
Ante la actual imposibilidad de prevenir una tormenta solar capaz de provocar la catástrofe, los gobiernos del mundo deberían elaborar estrategias de cooperación que les permitieran compartir toda su información vital, anticipándose así a los daños locales que esa tormenta podría provocar. Por desgracia, y a pesar del despliegue actual de medios, seguimos sin saber cuándo esa tormenta devastadora podría llegar a producirse.